Ese punto en el Espacio

Este artefacto óptico surge de la capacidad que tiene la geometría y la materia reflejante para conducir la luz, para construir o simular un espacio “infinito”. El encuentro de la luz con un acomodo geométricamente preciso de espejos crea un escenario de inusitadas simulaciones espaciales en el que las miradas de los espectadores se reúnen. 

Una atmósfera de esculturas de luz inunda todo el espacio interior del artefacto óptico, que es un espacio paralelo o sobrepuesto al “aquí” del espectador. Constituye, también, una suerte de homenaje a El Aleph de Jorge Luis Borges, a ese punto del espacio que contiene todos los puntos, a la visión del universo concentrada en ese decimonoveno escalón del sótano. Para adentrarse en tal escenario ilimitado sólo hace falta cierta acomodación ocular. El Aleph implica una abstracción metafísica que nos conduce a pensar en la tensión entre el infinito y la irrealidad, en la capacidad del hombre para aprehender el conocimiento, el Todo, las cuatro esquinas del universo, localizados en un espacio tan vasto como delimitado.